Ni caer en la complacencia ni creer en el apocalipsis
El nuevo panorama no significa que la banca tal y como la conocemos esté en peligro de extinción. Las presiones que le amenazan son a la vez oportunidades para las entidades tradicionales, que pueden ofrecer nuevos servicios y reducir costes a través de tecnologías como blockchain o machine learning.
Reflexionar sobre la digitalización
El proceso de transformación digital obliga a los bancos a analizar qué papel quieren desempeñar en el mercado y cuál ha de ser su posición respecto a sus competidores. Para ello, es importante contar con un plan estratégico.
Aprender las lecciones de los test de estrés, de los procesos de resolución y de las novedades en materia de capital.
Las entidades deben tratar de adelantarse a los nuevos requerimientos e incluir mejoras en su gestión incorporando las herramientas forward looking. Para ello, es necesario que dispongan de información inmediata y flexible.
Mejorar el pricing
La entrada en vigor de la nueva Ley Hipotecaria obliga a los bancos a afinar el sistema de fijación de precios y a analizar su impacto en la medición de rentabilidad de los préstamos hipotecarios, ya que dificulta la concesión de hipotecas y puede afectar negativamente al acceso de los ciudadanos a la vivienda en propiedad.
Reforzar la estrategia de ciberseguridad
El incremento del volumen de ataques, incidentes, brechas y fugas de información es un hecho, y los bancos tienen que reforzar su protección. Es necesario alinear la política de ciberseguridad con la estrategia global de la entidad y mejorar la concienciación y la formación sobre estos riesgos en todos los niveles de la organización.
Gestionar activamente la reputación
Es importante que las entidades profundicen en la creación de esquemas de gobernanza en materia de reputación, asignen responsables para su control y gestión y creen comités específicos para vigilarlo.