Ramón Abella
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Las reglas del juego de los negocios han cambiado radicalmente. Las empresas son hoy en día extraordinariamente más complejas. La globalización ha incorporado un elemento adicional de complejidad al multiplicar el número de empresas –no solo grandes– con negocios en diferentes países. En muchos sectores, la presión regulatoria y supervisora está también obligando a las compañías a modificar su forma de actuar y de organizarse. ¿Cómo está reaccionando la profesión de auditoría interna? En buena parte, la respuesta se llama tecnología.
El uso de la tecnología de vanguardia en los trabajos de auditoría tiene múltiples aplicaciones (tratamiento masivo de datos,
total conectividad, etc.). Todas ellas ayudan a hacer simple lo complejo y tienen un efecto positivo para todos los que intervienen en el proceso. La compañía es capaz de obtener más información, de un modo más ágil y de mayor calidad, con el consiguiente beneficio para su gestión. El tratamiento masivo de datos, por ejemplo, permite llegar hasta los últimos rincones de la empresa y ayudar de esta forma a mejorar el control interno. Con esta base tecnológica, los auditores pueden suministrar a los directivos de la compañía información estratégica en áreas que no están directamente relacionadas con la función auditora y ayudarles a gestionar sus riesgos.
Ramón Abella
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