Históricamente, Europa ha sido un referente en sectores clave como la industria automotriz, la tecnología y los servicios. No obstante, en los últimos años, estos sectores han experimentado un debilitamiento progresivo, reflejado en la pérdida de cuota de mercado y competitividad global. La creciente presión de otras potencias económicas, junto con los altos costes energéticos y la falta de políticas efectivas de protección comercial, han puesto en riesgo la estabilidad del tejido industrial europeo.
Para revertir esta tendencia, es imprescindible impulsar la innovación y la digitalización, garantizar costes de energía competitivos y desarrollar medidas eficaces contra la fuga de carbono y prácticas comerciales desleales de terceros países. En este contexto, iniciativas como el Competitiveness Compass y el Clean Industrial Deal representan una oportunidad para reforzar la competitividad europea. Sin embargo, para que estos esfuerzos sean efectivos, es crucial adoptar estrategias concretas que permitan la reindustrialización del continente y la reducción de su dependencia energética.
Este informe analiza los desafíos estructurales que enfrenta la industria europea y las oportunidades que pueden aprovecharse para mejorar su posición en el mercado global, en línea con los últimos movimientos políticos promovidos por la Comisión Europea. Se exploran medidas clave como la electrificación, la reducción de impuestos en la factura energética y la creación de un marco regulatorio estable que fomente la inversión. La autonomía energética, basada en fuentes renovables autóctonas, puede convertirse en un pilar fundamental para reducir costes y garantizar la sostenibilidad económica de Europa a largo plazo.